El Puente de Carlos en Praga (Karlův Most en checo) es el lugar más emblemático de la ciudad y el más transitado por los viajeros.
Este puente medieval, que data del siglo XIV y que está custodiado por treinta estatuas, atraviesa el Moldava uniendo los barrios de Staré Mesto y Malá Strana.
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Los orígenes
En el siglo X un puente de madera servía de pasarela entre las dos orillas del Moldava, y no fue hasta el siglo XII cuando se construyó el primer puente de piedra de Praga, conocido como Puente de Judith (de hecho, en un extremo del puente actual aún se conserva la vieja Torre de Judith).
Pero un par de siglos después los desastres naturales se cebaron con este puente, destruyéndolo en parte, por lo que el monarca Carlos IV ordenó levantar otro puente de piedra, más robusto y que llevaría su nombre.
Desde entonces, el Puente de Carlos se convirtió en un elemento fundamental en las relaciones comerciales de la ciudad y también en el transporte de un lado a otro de Praga, conectando la zona del castillo con la Ciudad Vieja.
Algunos datos sobre el Puente de Carlos
- Al principio, el puente fue denominado simplemente Puente de Piedra y, después, Puente de Praga. No fue hasta el siglo XIX cuando se decidió ponerle el nombre del rey checo que hizo posible su construcción.
- Tiene 520 metros de largo, 10 de ancho y se apoya sobre 16 arcos.
- Es el segundo puente más antiguo conservado de la República Checa.
- Su arquitecto, Petr Parler, también diseñó la Torre de la Pólvora y parte de la Catedral de San Vito.
- Para financiar su construcción, que se extendió durante casi dos siglos, se cobraban peajes.
- Tras la revuelta contra los Habsburgo en 1621, las cabezas de los 27 rebeldes líderes del movimiento fueron expuestas a lo largo del puente.
- Desde 1978 el único tráfico que se permite en el puente es el de los peatones.
- En uno de los extremos encontraremos la Torre de la Ciudad Vieja, uno de los mejores ejemplos del Gótico en el mundo.
La estatua de San Juan Nepomuceno
Todas las esculturas que hoy podemos ver en el Puente de Carlos son copia de las originales, que fueron instaladas en el siglo XVIII y que actualmente se encuentran en el Museo Nacional para su preservación.
De entre todas ellas, destaca la de San Juan Nepomuceno, la más visitada por los turistas: la leyenda dice que este santo era confesor de la reina de Bohemia durante el siglo XIV. El rey, que desconfiaba de su mujer, pidió a San Juan Nepomuceno que le desvelara sus secretos, pero como este se negó, le cortó la lengua y lo arrojó al Moldava desde el puente.
Desde entonces, la estatua de San Juan Nepomuceno es la protagonista de los paseos por el Puente de Carlos, acompañada por un atril con cinco estrellas (las que se dice que había sobre el puente la noche de su muerte), un perro (como símbolo de la fidelidad) y una mujer (la reina).
Mejor, de noche
En tu viaje a Praga pasarás muchas veces por el Puente de Carlos para recorrer una y otra zona de la ciudad. De día está atestado de turistas, por lo que nuestro momento favorito para visitarlo es de noche, donde se transforma en un lugar silencioso donde no es difícil transportarse en el tiempo. Otro buen momento para visitarlo, si eres madrugador, es al amanecer, cuando apenas hay nadie y la luz que lo tiñe crea una atmósfera preciosa.