La Iglesia de San Nicolás de Praga es uno de los templos barrocos más importantes de Europa, construida como emblema del poder de los jesuitas durante el siglo XVIII.
Tres iglesias para un santo, tres arquitectos para una iglesia
La Iglesia de San Nicolás es una de las tres que este santo tiene consagradas en Praga. Su historia se remonta a la Batalla de la Montaña Blanca de 1620, cuando los católicos derrotaron a los protestantes. A partir de esta victoria, los católicos impusieron en la ciudad sus gustos barrocos, que quedaron plasmados en la construcción de varios santuarios destinados a ganarse el apoyo de más fieles.
La construcción de esta iglesia corrió a cargo del arquitecto Kristof Dientzenhofer, que moriría antes de verla terminada. Su obra la continuó su hijo Killian Ignaz Dientzenhofer, que proyectó la magnífica cúpula que corona San Nicolás. Pero este también falleció antes de concluirla, y fue sucedido por su cuñado Anselmo Lurago.
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Un interior suntuoso
El aspecto exterior de la Iglesia de San Nicolás ya llama la atención poderosamente según nos acercamos, gracias a su gran cúpula y al campanario que destaca por encima de los tejados de Praga.
Pero lo mejor de este templo está de puertas adentro:
- Los frescos de la cúpula, de más de 50 metros de altura, son impresionantes; representan a San Nicolás y a la Santísima Trinidad.
- El púlpito es una de las mejores obras del barroco, decorado por numerosas pinturas y esculturas de artistas de la época.
- En el órgano barroco de la iglesia se dice que tocó Mozart en su visita a la ciudad en 1787.
- Las estatuas de los Padres de la Iglesia que enmarcan la nave central, obra de Platzer.
- El mirador del campanario: hay que pagar aparte para subir, pero las vistas de la ciudad lo merecen.
El fin de la peste y un monje curioso
La Iglesia de San Nicolás cuenta con dos elementos curiosos:
- El primero es el monje cotilla representado en los frescos del techo (no te vamos a decir dónde, que lo divertido es encontrarlo uno mismo). La leyenda popular cuenta que el autor de los frescos no quería que nadie contemplara su obra hasta que esta estuviera finalizada, pero un monje no puedo aguantar la curiosidad y espió al artista. Este lo descubrió y, como castigo, lo pintó en los frescos escondido tras una columna, quedando inmortalizado para siempre.
- El segundo es la Columna de la Santísima Trinidad que se encuentra justo frente a la iglesia, más conocida como Columna de la Peste, pues conmemora el fin de esta terrible epidemia a comienzos del siglo XVIII.
Actualmente, la iglesia organiza con frecuencia conciertos cuyo precio oscila entre los 490 y los 300 CZK.